Rodrigo Paz un psiquiatra que atendió a Cristóbal Cabrera «El Cisarro», cuando a sus 9 años fue involucrado en robos a casas habitadas, siendo derivado a la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica del Luis Calvo Mackenna en el año 2010. Impresionándole su agresividad e impulsividad desde el primer encuentro

Cristóbal Cabrera «El Cisarro» (10 años)
“Hicimos una evaluación intensiva, con un equipo multidisciplinario de profesionales y llegamos a la conclusión de que Cristóbal padecía un grave trastorno anímico, con descontrol de impulsos, adicto a la marihuana y al alcohol, y que su participación en estos delitos se podía entender por su descontrol y porque venía de una familia sumamente disfuncional”, añadió.
Por lo que obtuvo ayuda sicoterapéutica de una psicóloga especializada y tratamiento farmacológico. “Logramos que mirara críticamente esa identidad de ‘niño choro’ para que a partir de ahí pudiera vislumbrar otras identidades posibles”, explicó Rodrigo

Cristóbal Cabrera «El Cisarro» (7 años)
Gracias a la ayuda recibida el icono de la delincuencia juvenil empezó a asistir a una de fútbol de la U. de Chile, incluso retomó los estudios que dejo en segundo básico “¿Qué consecuencias tuvo esto? Que no delinquiera en casi cuatro años”, aseguró Paz. Sin embargo, agregó que esta situación duró “hasta que el Estado nuevamente lo abandonó”.
Además, mencionó que después de la terapia, Cristóbal era “un chiquillo dulce, cariñoso, que quería ser futbolista. Al frente de nosotros funcionaba la Casa Nacional del Niño, con niños con problemas neurológicos muy graves, y ellos llegaban a golpear la puerta para preguntar por Cristóbal, querían jugar con él. Cristóbal tenía una cosa muy paternal con ellos a los 11 años”.

Cristóbal Cabrera «El Cisarro» (22 años)
«Me pone muy triste toda esta situación, ya que es indignante que el estado abandone de forma despiadada a los niños como «El Cisarro», ya que no es el único que atravesó esta situación. Tampoco es el primer delincuente juvenil, ni será el último, y todo esto se debe en gran parte, a que el estado no se haga responsable de instituciones tan perversas y dañinas como lo es el SENAME. En consecuencia la delincuencia, la drogadicción y el abandono de la educación son muy comunes para niños que son parte del SENAME»
También sostuvo que es posible que Cristóbal se rehabilite, en donde menciona que “el Estado debería querer invertir en él. Medicarlo, terapiarlo, tratar a su familia. Una vez que esté tratado, relocalizar a esa familia en un espacio donde puedan tener una vida sin tener que delinquir. Se los digo a todos: detrás de este ‘Cisarro’ hay un niño, un joven, que se llama Cristóbal, que aún puede rehabilitarse. Quizás esta sea nuestra última oportunidad”.